No subestimes a tus lectores
Uno de los fallos que estoy tratando de corregir este año cuando escribo es no explicar cosas en exceso, es decir, presentar conclusiones y hechos en forma sencilla, privando de esa manera al lector de hacerlo por él mismo.
La forma en la que intento mejorar esto es bien sencilla, cada parte del texto en la que expongo una característica, un hecho, me pregunto si no sería mejor "mostrarlo en vez de decirlo".
Ejemplo:
Su abuelo era muy viejo ya, pero seguía siendo tan sagaz como siempre.
Lo sustituyo por:
Mientras Ethan miraba a su abuelo preguntándose si debería ayudarle a levantarse, el anciano había deducido que el chico había estado de nuevo en la playa. Los restos de arena en los dedos de sus pies y el leve olor a sal le delataban.
Esta estrategia sencilla tiene un gran impacto en el lector. Tiene su espacio para llegar a sus propias conclusiones e interpretaciones, se siente respetado pues el escritor no está tratando de imponerle su punto de vista. Al mismo tiempo, explicar las cosas en exceso tiene el riesgo de que tus lectores piensen que no confías en que llegaran a la conclusión correcta.
En definitiva, confía en ellos, guíales pero de lejos, acabarán llegando a donde tú quieres.