La vida después del primer borrador
Después de semanas de productividad más bien nula, había conseguido terminar el primer borrador de "Das Leben ist gut" con la ayuda de NaNoWriMo. Alrededor de 150 páginas, apenas una novela corta. El subidón por estar cerca del final duró poco. Lo que tardé en darme cuenta de que la novela estaba lejos de poder considerarse como "casi terminada".
Hasta aquel momento no tenía un plan bien definido, iba día a día. Sabía lo que necesitaba hacer, pero desconocía cuánto tiempo me iba a costar y cuál era la forma más efectiva de hacerlo.
El primer bajón llego con el diseño de la portada. A pesar de tener una idea clara de lo que quería, la ingente cantidad de horas que le dedique aún me da vértigo. Había leído en muchos sitios que se recomienda no diseñar tus propias portadas, pero en este caso no quería pagar por ella. Era la primera, “aunque no sea la mejor, al menos que sea mía”, pensé.
Pero hay más. Mucho más. Después de la portada, empecé con las revisiones. Envié el borrador a amigos, comencé a revisarlo yo también. Fue una semana terrible. Recuerdo que pensaba continuamente: “en buena hora se me ocurrió un libro”.
Isaac Asimov decía que cuando revisaba un borrador, apenas cambiaba un 5% de su contenido. Durante aquella semana yo quería cambiar todo excepto quizás un 5%. Y quizás debería haberlo hecho. Pero "Das Leben ist gut" es más una colección de anécdotas que una novela, dirigida a un público muy particular. No era necesario.
Pero tampoco significaba que no debiera aprenderme la lección para futuras novelas. Juro que lo intente, pero aquí estoy de nuevo. Sufriendo con la revisión de "La Fábrica de dioses" y queriendo cambiar todo menos el título. Va a ser cierto eso de que al final, cada uno es como es y punto.